El liderazgo es una de las áreas de la gestión empresarial que más atención ha recibido y sobre la que más estudios se han efectuado.
El liderazgo es una de las áreas de la gestión empresarial que más atención ha recibido y sobre la que más estudios se han efectuado. Sin embargo, al contrario que otras áreas de gestión en las que ha sido posible racionalizar e incluso introducir métodos científicos para perfeccionarlas, el liderazgo sigue siendo cuanto menos el lado más misterioso del éxito empresarial. A día de hoy no se han efectuado métodos infalibles para generar líderes o para apoyar el liderazgo de las personas en las organizaciones, y la literatura sobre el tema es demasiado dispersa como para poder construir una imagen enfocada. Sin embargo su impacto en el éxito de las organizaciones es de tal magnitud que merece la pena continuar el esfuerzo de arrojar luz sobre el tema.
La noción de liderazgo
La noción más difundida de liderazgo se refiere a la capacidad de una persona de influir en otras para que le sigan y le ayuden en la consecución de un objetivo que es relevante para todos ellos. Es decir el liderazgo tiene sin lugar a dudas una dimensión social, basada en la influencia del líder sobre los seguidores. Esta influencia es una forma de poder que se puede conseguir de distintas maneras: ocupando un determinado puesto jerárquico en una organización, por la autoridad que emana de la experiencia y de la sabiduría, por la elocuencia y pasión con que comunica sus ideas, por la capacidad de imponer un castigo o de ofrecer una recompensa, por la información que maneja, por los contactos o redes informales de relaciones, o bien por la admiración que despierta por sus capacidades o sus logros.
Liderazgo y poder son conceptos íntimamente relacionados pero no son sinónimos. El liderazgo necesita el poder para ejercer influencia en los seguidores, pero no todas las personas que tienen poder son consideradas líderes simplemente por el hecho de ostentarlo. Además de tener la posibilidad de influir en otros, un líder siempre debe tener un propósito, un objetivo relevante y trascendente que es la fuerza motriz de su influencia. Ese objetivo o visión emana del interior del líder y logra que sus seguidores compartan con él la ambición de conseguirlo.
“La falla de muchos directivos y ejecutivos es que tienen un perfil que “sobregestiona” e “infralidera”. ”
Otra dicotomía que exploran muchos autores es la que relaciona liderazgo y la gestión de empresas, argumentando que la falla de muchos directivos y ejecutivos es que tienen un perfil directivo que “sobregestiona” e “infralidera”. Cualquier persona con responsabilidad sobre un equipo en una organización debe alcanzar un delicado equilibrio entre los dos conceptos, pues puede ser igual de perjudicial el perfil que lidera sin gestionar como el que gestiona sin liderar.
El propósito de muchos de los estudios que se han realizado sobre el liderazgo es entender el fenómeno y extraer fórmulas universalmente aplicables para desarrollar esta capacidad en cualquier persona. Frente a este propósito, no faltan los escépticos que opinan que los líderes gozan de un don innato que no se puede aprender o desarrollar. Se tiene o no se tiene. Es evidente que determinados rasgos de personalidad y capacidades se tienen desde el nacimiento o se desarrollan en edades tempranas, pero también lo es que el potencial infrautilizado que llevamos todos es perfectamente capaz de complementar y suplir estos rasgos innatos en aquellas personas que no los tengan. Es decir, prácticamente cualquier persona puede convertirse en un líder, aunque algunas lo son de forma más natural, sin pretenderlo conscientemente. No veo de especial utilidad abordar el liderazgo catalogando las cualidades y capacidades de un buen líder, pues ya existe abundante literatura al respecto; pretendo más bien orientar al lector acerca de los hábitos, técnicas y pensamientos que le pueden ayudar a mejorar sus habilidades de liderazgo.